En primer lugar, creo que éste es el tipo de cosa que uno es y no se hace...Probablemente desde muy niño he sido un fanático de los juegos de mesa, sin embargo, varias circunstancias impidieron que está fascinación no se desarrollará ni siquiera un mínimo. Costa Rica en los ochentas no era necesariamente un mercado altamente desarrollado, era poco lo que nos llega del exterior; la situación económica permitía vivir bien, pero los lujos eran limitados y por supuesto, mucho de esos productos eran en inglés, un idioma que apenas después de los quince empecé a más o menos manejar.

Aún así, algo tuve acceso y recuerdo las horas de horas que pasaba jugando con mis hermanos y vecinos el "20 juegos de la Walt Disney" (una serie de juegos muy simples, pero la mayoría de pequeñas aventuras) o las versiones variadas del monopoly (en mi caso, el Turista Americano y el Nibanco). Por ahí aparecía alguno que otro vecino con Carcachilandía, Veo Veo, Clue o Petrodólares y eran horas seguras de diversión.
No sé exactamente que me alejó de este hobbie, tal vez por que descubrí los juegos de video y lograron sustituir eficientemente ese deseo de enfrentarme a retos de agilidad y estrategia. Horas he pasado frente al Warcraft, Starcraft y Doom (como verán más adelante fueron estos juegos los que ayudaron a regresar a mi amor por los Juegos de Mesa) o en el SNES y el PS2 y sus múltiples posibilidades.



Y como dije fue precisamente mi pasión por los juegos de computadora como Warcraft y Doom los que me lanzaron directo al precipicio el fanatismo por esta afición. Pues en ese momento, los juegos que precisamente estaba de moda eran unas ediciones recientes de ambos juegos. Una interesante propuesta que trataba de simular los complicados mundos de construcción y destrucción del primero y de laberintos llenos de peligros, el segundo; que a mi gusto lo logran bastante bien.


Hoy he logrado tener un colección relativamente buena con los mejores títulos del mercado, aunque muy lejos de verdaderos fanáticos. Sin embargo, si he logrado encontrar algunos ventajas que hace que este pasatiempo incluso supere el de los VGs.
- Jugar contra personas es impredecible, cualquier que haya jugado un VGs sabe que tarde o temprano terminará sabiendo cuando saldrá un orco de la siguiente esquina o adonde están las puertas secretas.
- Evidentemente, la socialización es mejor. No hay mejor forma de pasar un jueves en la noche que frente a una partida de Go o de Risk con unos buenos whiskies.
- De nuevo, la simulación resulta más real cuando se enfrenta a personas como sería en la vida real, que cuando se enfrenta a un computadora.
- Su gran problema es conseguir otros jugadores que sean dignos de llevar el juego al nivel que pertenece.
- Es muy caro y en Costa Rica son pocas tiendas las que se especializan en este tipo de juegos y son pocos los números que traen.
